Todos tenemos claro que el respeto es vital para vivir en sociedad, pero algunas personas, aún sabiendo que molestan, hacen lo que les da la gana.
Uno de los sitios en los que hay mayor confluencia de todo
tipo de personas son los transportes públicos.
Las conductas molestan son múltiples: desde personas que
apoyan los pies en el asiento de enfrente u ocupan dos plazas, asientos
reclinables que te dejan sin espacio, fanáticos de la música que no usan cascos
o ven videos en el móvil con l volumen a tope, falta de aseo, gritos… todo lo
que se te ocurra.
Y lo que no se te ocurra también. Hay situaciones un poco
más sorprendentes, que se dan con relativa frecuencia. Como esas personas que
se quitan los zapatos, o utilizan las cortinas de los autobuses como toalla de
aseo, gente que fuma en los servicios, a pesar de estar prohibido,
¿Por qué no decimos nada? ¿Por qué permitimos este tipo de
conductas?
No sé si por miedo o por vergüenza, pero el caso es que casi
nadie se queja de este tipo de cosas tan molestas. No nos gusta entrar en un
transporte lleno y tener que “pegarnos” a la masa humana. No nos gusta que se
sienten a nuestro lado: está más que demostrado que preferimos estar sólo a
estar cerca de un desconocido. Es muy raro que alguien se siente a nuestro
lado, si quedan más asientos de dos personas vacíos.
Creo que en el fondo pensamos que es la empresa de transporte
la encargada de mantener el orden, y eso hace que nos mantengamos un poco al
margen.
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