Con la llegada del buen tiempo, sale un día de sol y parece que nos cambia la vida. Nos sentimos más alegres y enseguida se empiezan a ver ventanas abiertas, gente en balcones y terrazas llenas.
Hasta aquí todo bien, pero hoy he podido observar algunas
conductas de lo más incívicas y también asquerosas que me han llamado la
atención. Hacer las cosas mal queriendo es una cosa, y asegurarte de que nadie
te ve para hacerlas mal y putear, otra muy diferente.
He visto cómo un vecino regaba las plantas, comprobaba que
el agua caía a la ropa colgada de los del piso de abajo, y continuaba regando.
Cómo una señora se cortaba alegremente las uñas en la
ventana tirandolas fuera: a la ropa colgada de todos los pisos, al jardín de
abajo, y quizá también a las repisas de las ventanas, mientras otros vecinos
aprovechaban a poner reggaeton a todo volumen (muchos decibelios, porque
retumbaban las paredes...), mientras los de enfrente tiraban colillas y ceniza
a la calle (una práctica muy frecuente en ellos).
No he visto, cómo mi vecina de arriba (esa que arrastra
muebles, juega a las canicas por las noche y anda con tacones todo el día) ha
arreglado tus plantas y flores, tirando las hojas secas y palitos y también
algo de tierra, a mi ropa limpia y ya seca. No he visto, pero lo he deducido
por razones obvias.
Ser cívico, limpio y educado es lo mínimo y una obligación,
no algo que sólo se hace de cara a la galería.
Me hubiera gustado sacar fotos para compartirlas con todos,
pero no tenía la cámara a mano.