La publicidad y la información nos incitan a consumir toda
clase de productos.
Entre ellos, la moda constituye un auténtico ecosistema en
que viven los ciudadanos de la sociedad de consumo.
Ir a la moda constituye
casi un mandato de obligado cumplimiento en la sociedad actual, que requiere
unas pautas de consumo.
EL DESEO Y EL ACTO DE COMPRA
La moda, cumple todas las exigencias de esta sociedad de
consumo, e incluso parece ideada para ella. Es el mecanismo ideal para acelerar
las comercialización de los productos, y como las modas suelen ser muy
diferentes entre si, hace que la vida útil de las prendas dure sólo un par de
temporadas. La sucesión de modas va a una velocidad vertiginosa, aparte de las
novedades que podemos encontrar cada temporada, las tiendas tienen avances de temporada casi semanalmente.
Está bien escrito
si, cada vez que deseamos, no cada vez que compramos. De esto podríamos deducir
fácilmente que lo que nos hace felices no es la compra en si, sino el deseo de
comprar.
Está demostrado
científicamente que compramos por impulsos y que un objeto inmediatamente
después de ser adquirido, pierde nuestro interés.
Compramos ropa
sólo por el placer de estrenarla, y después la abandonamos en el armario para
redescubrirla un par de temporadas después, y comprobar que :
A) Ya
no se lleva. La moda es así. Se crean nuevas tendencias cada semana, para
que nos veamos en la casi obligación social de tener que renovar nuestro
armario constantemente, si no queremos parecer del siglo pasado.
B) Ya
no vale. Por alguna extraña razón, y esto es un misterio, parece que la
ropa cambia de forma después del primer uso, adquiriendo una más extraña, y ya
nunca jamás nos vuelve a quedar como el primer día.
C) Ya no nos gusta. Eso que tanto te gustaba, y tanto te costó encontrar, ya no te gusta.
Así de simple, es lo que tiene comprar por impulsos.