El verano de 2017 fue devastador para nuestros montes, pero ¿qué nos depara 2018?
Las temperaturas, lluvias y el estado del bosque en si varía
de año en año. A pesar de que los factores meteorológicos son cruciales, no son
estos elementos los causantes de los fuegos, ya que el 95% de los incendios son
producidos a consecuencia de la acción humana.
La quema de rastrojos, negligencias, y acciones de pirómanos
son el mayor peligro de nuestros bosques. La prevención y responsabilidad en
este tipo de actuaciones es crucial.
Según Ecologistas en Acción, la mayor parte de los incendios
se dan en las zonas noroeste de la península. Muchas de estas zonas han sido
repobladas con pino o eucaliptos, especies de árbol que resultan muy
artificiales y que son además altamente inflamables. Los bosques naturales
poblados de árboles autóctonos resisten mejor a los incendios. Especies de
árbol como haya, encina, roble o alcornoques.
Según datos recogidos por Greenpeace, el 80% de las zonas de
alto riesgo, no cuentan con planes de emergencia, y la mayoría de las
comunidades autónomas tienen una planificación deficiente, incumpliendo así la
normativa de la “Ley de montes”.
Para este 2018 las previsiones son optimistas, debido a las
abundantes lluvias, y hasta la fecha, las superficies quemadas son muchos menores
que las del año pasado. Las casi 29.000 hectáreas quemadas en junio, descienden
significativamente a 9.000 en este año.
Esperemos que las previsiones se cumplan, y que este verano
nuestros bosques tengan un descanso.
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